El Presidente de Turquía, Erdogan, ha cumplido con su promesa de anular el estatus de “Museo” de la antigua Iglesia Bizantina de Santa Sofía, en Estambul. Lo hizo para reconvertirla en un Templo Islámico, regido por la Diyanet, el organismo público gestor de las Mezquitas turcas.
Veamos primero un poco de historia: Santa Sofía (Hagia Sophia, que significa Santa Sabiduría) fue construida en el siglo VI D. C. y fue la iglesia principal del Imperio Bizantino, donde los emperadores fueron coronados. Después de la conquista del Imperio Otomano de Constantinopla en 1453, el sultán Mehmet II la convirtió en una mezquita.
Esta conquista marcó el inicio de una ininterrumpida y sangrienta persecución a los cristianos que culminó con el genocidio de 1,5 millones de armenios además de miles de griegos, asirios y otras minorías cristianas entre los años 1915 y 1923.
En el año 1934, a instancias de Mustafa Kemal Ataturk, el fundador de la República Turca, el Consejo de Ministros ordenó la conversión de Santa Sofía en un museo.
Al mismo tiempo, como Presidente de la recién formada República Turca, Ataturk inicio un riguroso programa de reformas culturales, políticas y económicas, con el objetivo de crear un moderno, progresista y secular país.
Pero con la decisión del actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de reconvertir a Santa Sofía en Mezquita, y siendo que es tan importante para la Iglesia ortodoxa, las reacciones más fuerte por este cambio, vinieron de Grecia y Rusia.
Lo cierto es que este templo funcionaba como uno de los grandes símbolos de la convivencia interreligiosa
El metropolitano Ilarion del Patriarcado de Moscú, habló en la televisión estatal rusa de un golpe a la ortodoxia. “Para todos los cristianos ortodoxos del mundo, Santa Sofía es un símbolo importante, al igual que la Basílica de San Pedro en Roma para los católicos. La reorganización afectará la relación de Turquía con el mundo cristiano”
El viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Alexander Gruschko, recordó la importancia de este templo. “Hoy no hay muchos símbolos con una historia tan centenaria que hubieran tenido un impacto en el desarrollo de la humanidad”, dijo a la agencia de noticias Interfax.
Gruschko ahora espera que Turquía proteja el edificio, lo mantenga y lo deje abierto al público: “Espero que todas las obligaciones (…) se implementen por completo”.
Los Estados Unidos anteriormente hicieron comentarios similares.
El jefe de política exterior de la UE, Josep Borell dijo: “El sitio del Patrimonio Mundial debe permanecer abierto a todos los visitantes”, y calificó la decisión de Erdogan de “desafortunada” porque Turquía, como miembro fundador de la Alianza de Civilizaciones, se comprometió a promover el diálogo interreligioso y la tolerancia.
Grecia condena el comportamiento de Erdogan y “hará todo lo posible para que Turquía pague las consecuencias”, dijo el portavoz del gobierno, Petsas, aunque no dio detalles.
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, había dicho anteriormente que la decisión de Erdogan tendría un impacto en las relaciones de Turquía con la UE. Ya la relación entre estas naciones es muy tirante a causa de la disputa sobre los depósitos de gas del Mediterraneo además de los serios problemas de migración.
La prensa griega reaccionó con titulares como “Hagia Sophia ha sido víctima de la megalomanía de Erdogan” (periódico conservador “Kathimerini”). “Tonterías sin fin”, decía en el periódico conservador “Eleftheros Typos”. Los comentaristas griegos dijeron que la Turquía de Erdogan se está alejando rápidamente del secularismo, la separación del estado y la religión, y está en camino a la islamización total.
La gran escritora Pilar Rahola comenta que, “desde que Recep Tayyip Erdogan llegó al poder, Turquía ha mutado en dos sentidos convergentes. Ha ido destruyendo el legado de Mustafa Kemal Atatürk y ha ido soltando -lastre democrático- encarcelando a centenares de jueces, funcionarios públicos, miembros de las fuerzas armadas y civiles que se le oponían”
Además agregó: “Si Atatürk fue un político culto, avanzado y con una misión modernizadora ejemplar, Erdogan es retrógrado, fanático y tiene como objetivo la reislamización de la vida, la sociedad y la política turcas”.
Y concluyó: “Son la cara y la cruz de Turquía. Atatürk vislumbró su país como un Estado moderno y laico, donde la fe islámica era personal y no debía impregnar las leyes de los ciudadanos. No es un demócrata, sino un aspirante a autarca, a la manera de los líderes tradicionales del islamismo radical como lo demuestra su asociación con ISIS para la distribución del petróleo robado por este grupo terrorista a Irak y muchas otras similares”
Les sugerimos ver el siguiente video:
Vaticano – 2020-07-25 – La Transformación de Santa Sofía en Una Mezquita y el Diálogo Católico Musul – Bing video